Rebeca Marín
Con la presentación del conductor espectáculos, Gustavo Adolfo Infante y la actriz y Montserrat Olivier para la develación de la placa de las 300 representaciones, este domingo 25 de mayo la obra Cabaret se cumplió un acto y ya suman 300 las representaciones en el Teatro Insurgentes de este musical parteaguas del género y pieza Única hasta la fecha: Cabaret.
Muchas han sido las puestas de la obra en New York, Europa y Latinoamérica y varias de ellas han servido para dar a conocer la creatividad de sus directores. El caso más reciente es el de Sam Méndez, el británico ganador del Oscar por American Beauty. Otro director, esta vez mexicano y que también ha figurado en la noche de los Oscar, Felipe Fernández del Paso obtiene un segundo éxito consecutivo con su peculiar montaje de la obra de Master off, Kander y Ebb y coreógrafa original de Bob Fosse (en este caso, la coreógrafa es Alejandra González).
Lo primero que llama la atención en esta producción exclusiva de Galindo/Carrera/Romo con asesoría general del Maestro David Antón son sus valores artísticos y precisamente de producción. No se escatimó en talento ni en presupuesto y los resultados saltan a la vista: magnificente y brillante escenografía, buen deseo de vestuario, orquesta en vivo, bailarines y actores idóneos para los papeles asignándose El efecto hipnótico que estos elementos causan en el público se refleja en la respuesta a cada número musical, en la publicidad boca a boca y la afluencia de espectadores cada noche.
Desde que se estrena la obra en 2004, los cambios de elenco han sido pocos, así se han incorporado Olivia Bucio, una experta del género y Gustavo Rojo. El papel de Sally Bowles, la protagonista indiscutible, contó desde su estreno y durante más de 200 representaciones con la participación de Itatí Cantoral, aclamada por el público. Hace unos meses, Tiara© Scanda acepta la invitación y entra a dar su versión de Sally Bowles con todo el potencial dramático y musical que posee. Y vaya que lo sabe aprovechar.
Tiara es una actriz con múltiples talentos y una vitalidad a toda prueba. Controla lo visceral con disciplina y técnica, pero, sobre todo, con organicidad. De ahí, los resultados de su personaje que se siente natural, fresco, sin manierismos y sin apoyarse en recursos fáciles y manidos. Su registro vocal es sorprendentemente amplio y flexible, alcanza las notas altas y agudas sin esfuerzo alguno, sin estridencias, todo lo contrario, con tersura y buen gusto. La expresión corporal, ese talón de Aquiles de tantas actrices, lejos de ser un escollo para Tiara, es una oportunidad más de mostrar su arsenal de recursos interpretativos y componer armónicamente a su Sally Bowles.
Indudablemente, todas estas virtudes son necesarias, pero no definitorias de una interpretación magistral y, precisamente, esa es la cualidad esencial que identifica a esta artista, su carisma, su fuerza rotunda para imponerse al espectador anónimo y apropiarse de la escena desde la primera frase o la primera nota. Una revelación que nos obliga a preguntarnos por qué nos habíamos perdido durante tantos caos a esta soberbia actriz del teatro mexicano.
Todos conocemos su trayectoria cinematográfica y televisiva, sus espléndidas caracterizaciones en telenovelas y en el cine independiente pero verla actuar de esta manera tan contundente y sobresaliente es un descubrimiento que directores, empresarios y autores no deben olvidar para futuros trabajos. Wilkomen. Wellcome. Bienvenida.
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