Por Renato Consuegra
La Copa Mundial de la FIFA 2026 será una vitrina global sin precedentes porque nunca antes tres países habían compartido un Mundial con una economía tan integrada —y al mismo tiempo, tan fracturada políticamente. Pero mientras los ojos del mundo estarán puestos en los estadios, las cámaras, los goles y las celebraciones, para las MiPyMEs mexicanas lo que importa es otra cosa: ¿hay realmente una oportunidad económica? ¿Y cómo acceder a ella?
La respuesta es sí, pero con un gran asterisco porque el contexto político actual está moviendo las condiciones financieras con tal rapidez, que lo que hoy parece una oportunidad podría volverse inaccesible mañana, y viceversa.
Desde que Donald Trump volvió a la Casa Blanca, la incertidumbre financiera se ha disparado porque su renovado proteccionismo —que ya se tradujo en nuevos aranceles para productos mexicanos y canadienses— y su enfoque unilateralista, están generando inestabilidad en la inversión extranjera directa en nuestro país y, en paralelo, la apreciación del dólar, provocada por las políticas fiscales expansivas estadounidenses, ha encarecido importaciones clave para muchas MiPyMEs mexicanas.
Mark Carney, ahora al frente del gobierno canadiense, representa la sensatez financiera porque es un economista y exgobernador del Banco de Inglaterra, quien ha sido bien recibido por los mercados, pero enfrenta el reto de lidiar con un socio comercial impredecible (EU) y con la necesidad de no romper la cooperación trilateral.
Mientras tanto, en México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido continuidad económica, pero con un enfoque más redistributivo. Y, aunque la inversión pública apenas crece, tampoco existe un plan financiero específico que contemple a las MiPyMEs en el contexto del Mundial 2026.
Porque, pese al entorno, el Mundial genera una derrama económica potencial estimada —según la propia FIFA— en más de 14 mil millones de dólares en la región y México, como sede de al menos 13 partidos, podría captar entre el 12% y el 15% de esa cifra. El problema es: ¿quién la va a captar?
Las grandes constructoras, cadenas hoteleras, plataformas de transporte y consorcios multinacionales no sólo ya se posicionaron y están comiendo del pastel, mientras que para las MiPyMEs, el acceso al pastel depende de varios factores clave:
1. Acceso a financiamiento: Ya es consabido que la mayoría de las pequeñas empresas mexicanas operan sin acceso a crédito formal y que los actuales programas de la banca de desarrollo no están adaptados a la temporalidad ni a la naturaleza de los proyectos vinculados al Mundial, mientras que, para este microcosmos de las MiPyMEs se requieren esquemas financieros ágiles, con tasas accesibles y periodos de gracia, que les permitan prepararse hoy para vender en 2026.
2. Digitalización con sentido económico: Otro tema tiene que ver con la demanda turística que traerá millones de visitantes y consumidores digitales. Pero las MiPyMEs deben tener presencia en plataformas de reservas, redes sociales, pasarelas de pago multimoneda y soluciones logísticas inteligentes, lo cual cuesta y, si no hay apoyos económicos específicos para ello, el rezago se profundizará.
3. Capacitación para la cadena de valor. Otra de las áreas de oportunidad es la profesionalización, la cual no es un lujo, sino una condición de entrada. Saber cómo cotizar ante grandes compradores, cumplir con certificaciones de calidad y facturar correctamente en un entorno binacional o trinacional es vital. Hoy, solo una minoría de MiPyMEs está preparada para eso. Y por ello nos preguntamos: ¿Dónde están los fondos de capacitación?
4. Seguridad jurídica y fiscal. Otro tema inquietante son las reglas fiscales, deben ser claras porque si se endurece la fiscalización a MiPyMEs justo en este periodo —bajo la bandera de mayor recaudación— se corre el riesgo de desincentivar su participación. La confianza se construye con reglas simples, programas públicos transparentes y seguridad jurídica para operar, especialmente en eventos temporales de alto impacto.
El gran error sería asumir que el Mundial de Futbol, por sí solo, generará oportunidades para todos y eso nunca ha pasado, ya que, si no se planifica, se continuará con una concentración de riqueza en manos de los ya establecidos y con músculo financiero, por lo que, para revertir eso, se necesita acción estratégica desde ahora como, por ejemplo:
* Crear clústeres locales de emprendimiento turístico, gastronómico y cultural en torno a las sedes (CDMX, Guadalajara y Monterrey).
* Incentivar compras gubernamentales o eventos vinculados al Mundial que incluyan a MiPyMEs.
* Abrir fondos de inversión mixtos (gobierno–iniciativa privada) con foco en emprendimientos relacionados con el Mundial.
* Diseñar ferias y ruedas de negocio internacionales donde los pequeños negocios mexicanos puedan vincularse con socios globales.
Faltan poco menos de doce meses para que el espectáculo comience, pero la ventana real para preparar a las MiPyMEs se cierra mucho antes, de tal forma que, sin financiamiento adecuado, sin inversión en capacitación y sin voluntad política para democratizar los beneficios del evento, México solo estará decorando el estadio… mientras otros juegan y ganan el partido.
Como emprendedores, como sociedad, como país, debemos exigir que el Mundial no sea un lujo para pocos, sino un motor de desarrollo para muchos. Y las MiPyMEs deben estar en el centro de esa ecuación.
Porque si no jugamos hoy, mañana solo nos quedará ver cómo otros levantan la copa.
De emprendimientos y más…
Y hablando de emprendimientos deportivos —aunque lejos del balón y el estadio—, en Playa del Carmen hay una historia que merece ser contada. Se trata de Bushido Doyo, una escuela de artes marciales que ha decidido salir de sus paredes y llevar su esencia a las calles. Bajo el liderazgo de Marco Mercuri y sus socios, nace el programa "Tatami a las Calles", una iniciativa en conjunto con el Instituto del Deporte local que busca algo más que formar atletas: quiere inspirar a una nueva generación. Su misión es simple pero poderosa: acercar a niños y jóvenes al deporte, mostrarles que la disciplina, el respeto y la constancia también pueden aprenderse con los pies descalzos sobre un tatami en medio de una plaza pública. Bushido Doyo no sólo enseña golpes y defensas, sino que construye carácter, fortalece el espíritu y siembra futuro. Este tipo de emprendimientos son un recordatorio de que emprender no siempre significa abrir una empresa con fines de lucro. A veces, emprender es salir a transformar la vida de otros desde la pasión, desde la vocación y desde el compromiso con una causa. Porque cuando el deporte toca el alma, también se convierte en motor de cambio.
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