La Barriada/Martín Aguilar/Nadie sabe para quien trabaja

Mientras los ataques contra Xóchitl Gálvez crecen, bajo el supuesto de que su candidatura en el Frente Amplio por México se desinfla, Marcelo Ebrard eleva su apuesta contra Claudia Sheinbaum, exigiendo al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que obligue a Morena a aceptar la impugnación a su triunfo.

 

Aunque el procedimiento en contra de la Comisión de Honor y Justicia de su partido no es nuevo, el excanciller no había recurrido a las autoridades electorales para denunciar la presunta violación de sus derechos políticos, lo cual pone tensos a varios.

 

Y es que uno de los temores de la 4T es que Ebrard se atreva a llevar su petición de nulidad del triunfo de Sheinbaum a las altas esferas judiciales, y demuestre las presuntas violaciones a la Ley Electoral, que incluso podrían inhabilitar a la exjefa de Gobierno.

 

Hasta el momento, Marcelo no ha pasado de andar de bocón y a la mera hora no se atreve a dar el siguiente paso, pero eso no deja de preocupar a los morenistas, pues conforme pasa el tiempo, más fuerzas oscuras se empiezan a reagrupar en torno a él y pueden ser peligrosas.

 

Algunas mentes perversas dicen que hay una corriente que quiere debilitar a Xóchitl para que sea bajada de la candidatura presidencial del Frente Amplio por México, a fin de que ese lugar quede vacante. Y que esa posición pueda ser negociada para Ebrard, quien sería el pegamento que traería al Movimiento Ciudadano, lo que obligaría a buscarle una salida honrosa a Gálvez, quien se ha posicionado entre la sociedad civil como una candidata competitiva.

 

Que la oferta que se le podría hacer es que tomara finalmente la candidatura opositora a la Jefatura de Gobierno, y que en mancuerna con el excanciller dejaran sin posibilidad alguna a Morena de conservar el poder.

 

Pero que, antes, Marcelo tendría que ser echado de la 4T en lugar de renunciar, pues no es lo mismo abandonar el barco y ser declarado traidor, que ser corrido y quedar como víctima del oficialismo.

 

Por supuesto que para lograr algo así se tendría que hacer magia, pues las posibilidades de que los implicados accedan a una jugada tan perversa como esa son prácticamente nulas. Xóchitl no se bajaría y el PAN tampoco le dejaría la CDMX y, menos, la Presidencia a Ebrard.

 

En ese caso habría que esperar qué dicen el PRI y el PRD, pues si bien los naranjas han jurado que jamás se aliarían con el tricolor, igual a través del excanciller encontrarían el reducto por el cual darle la vuelta a sus palabras; los amarillos no tendrían problema.

 

Y si Gálvez no aceptara el acuerdo, podrían entrar al quite por la capital Enrique de la Madrid o Salomón Chertorivski, dejando al PAN solo.

 

Claro que no deja de ser política-ficción, como dijera Carlos Salinas, pero de seguro a algún perverso político ya le pasó por la cabeza, y más vale tenerlo ahí, como último y desesperado recurso, por si se ofrece. 


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