Coordenadas Políticas/Martín Aguilar/Hasta nunca

En las calles, especialmente en bardas, pulula la leyenda "hasta siempre presidente", acompañada de la silueta de Andrés Manuel López Obrador.

 

Previo al fin de su mandato, mantas, pancartas, anuncios y demás formas de expresión, hicieron referencia a lo anterior.

 

Es decir, que se programó consciente o inconscientemente una suerte de sombra del oriundo de Macuspana.

 

De hecho, el ambiente está impregnado del quehacer obradorcita durante los últimos seis años de gobierno y dos décadas de dirigente político.

 

La conferencia matutina es una herencia, pero diametralmente distinta, porque no es el mismo actor ni titular del Poder Ejecutivo.

 

Lo que sí es lo mismo y más recargado es el odio al Poder Judicial; hay venganza y rencor, por eso los excluyen y despiden mediante tómbola.

 

También persiste un estilo de tonalidades, expresiones, declaraciones y afirmaciones: el sello de Obrador.

 

Por lo que se observa, no será tarea fácil desprenderse de toda una era marcada por la forma de ser de López Obrador.

 

Pero hay visos de pretender marcar una forma personal de gobernar, sin desprenderse del movimiento que les dio origen.

 

Ejemplo de ello, es que son escasas las menciones a las obras faraónicas del pasado sexenio.

 

De hecho, no persiste la obsesión de continuar con la fallida política de "abrazos no balazos".

 

Sin embargo, la recepción al gobierno de Claudia Sheinbaum ha sido de un caos brutal, en entidades convulsionadas por los enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes.

 

La impactante muerte del alcalde de Chilpancingo, sólo exhibió la influencia de las bandas del crimen organizado en decisiones de gobierno.

 

El ex presidente Felipe Calderón, declaró estos días que él observa presencia y control del crimen organizado en 50 por ciento del territorio nacional.

 

Hace unos dos o tres años, los altos mandos del Ejército de Estados Unidos, estimaban en 30 por ciento del país bajo control de las mafias del narco.

 

Se trata de todo un lastre, con lo cual la presidenta está obligada a sortear, sin quedar mal con el líder máximo que se mantiene como sombra en todo el quehacer político y social del país.

 

Son días y momentos decisivos. Este es el país que tenemos. 


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