Coordenadas Políticas/Martin Aguilar/El Nefasto de Andy Beltrán

Debutó en los malabares de la política el 25 de octubre de 2009, siendo un muchachillo de 23 años, durante un mitin que realizaba su padre, de nombre homónimo, frente a la Casona de Xicoténcatl, en ese entonces sede del Senado de la República.

 

No fue orador. Ni siquiera estuvo en el estrado. Asistió como un aplaudidor más de su macuspano mentor. Pero esa tarde, el jovenzuelo se robó los reflectores. Fue la noticia de la que todos hablaron.

 

Porque, entre la multitud, él destacó por calzar unos tenis de la salvajemente neoliberal marca Louis Vuitton, diseñados por el afamado rapero gringo Kanye West y valuados en 870 dólares, unos 12 mil 600 pesos al tipo de cambio de aquella época en la que el salario mínimo era de unos 55 pesos al día. 

 

Por su outfit parecía más hijo de un magnate que de un "luchador social" que vivía con sólo 200 pesos en la cartera. A esa primera impresión se agregaron, días después, más evidencias de que el hijo del caudillo adoraba la vida loca de lujos, excesos capitalistas.

 

La prensa encontró, en su perfil de Facebook, fotografías posando, como pirrurris, en yates, discotecas y clubes de New York rodeado de mujeres rubias de relucientes vestidos o bikinis.

 

Tanto alboroto causó que cerró esa cuenta, donde buscaba "amistad, citas, relaciones esporádicas, lo que sea". Pero mantuvo su fascinación por lo chic, a la que dio rienda suelta en 2018, al convertirse su padre en Presidente.

 

Frecuentemente fue captado en lujosos restaurantes, y las revistas del corazón lo llegaron a vincular sentimentalmente con una ex Miss Universo venezolana. A la par, abrió con sus hermanos una chocolatería, que prosperó de manera sorprendente; y colocó a sus amigos como contratistas en los elefantes blancos que ordenó construir su padre.

 

No se le conocía trabajo formal, hasta septiembre de 2024, cuando a sus 39 años de edad fue designado secretario de Organización del partido que fundó su daddy.

 

Su primera misión era ganar carros completos, el 1 de junio pasado, en las elecciones locales de dos estados, uno de ellos gobernado todavía por la oposición. Fracasó. Incluso, en tierra de alacranes perdió dos de los municipios que su partido había ganado en 2022.

 

Es día de que no acepta su derrota, y en su muina exige que ya no se dirijan a él con el mote de junior ad hoc a su estilo de vida. Reclama que lo llamen por el nombre que le heredó su padre, y que nadie le quite ese "legado".

 

Le pasó lo que a Faetón en Las Metamorfosis, pero esa comparación le queda demasiado oversize. Eso sí, ya no le diremos Andy, sino andy. 

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