Un sujeto de 21 años fue asesinado a golpes dentro de un centro de rehabilitación para adicciones ubicado en el número 70 de la calle Alicia, en la colonia Guadalupe Tepeyac, alcaldía Gustavo A. Madero.
La violencia fue tal que al amanecer se podían ver rastros de sangre en el dormitorio donde ocurrió la agresión, y en los asientos traseros de la llamada "patrulla espiritual"; un automóvil gris en el que los presuntos responsables lo trasladaron hasta el lugar.
De acuerdo con información oficial de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), tres hombres llegaron hasta el domicilio del joven, lo golpearon y lo subieron por la fuerza al vehículo para llevarlo al centro de rehabilitación, lo ingresaron de madrugada, ya adentro, según testigos, siguieron los gritos y los golpes hasta que se hizo el silencio.
Uno de los internos relató que, aunque no tenía reloj ni celular, calculaba que eran alrededor de las 4:00 horas cuando escuchó los gritos en el dormitorio número uno. Después, sólo se oyeron pasos apresurados y un silencio en el dormitorio.
Según la SSC, fue el propio encargado del centro quien avisó a la policía que "observó a uno de los pacientes con golpes" y pidió ayuda médica, pero ya era demasiado tarde, cuando los paramédicos llegaron, confirmaron que el joven no presentaba signos vitales, con "etiología a determinar" en la necropsia oficial.
La versión de algunos testigos internos aseguran que tras la golpiza, dos de los agresores, quienes habían llegado con el joven, y un presunto trabajador del lugar se coordinaron para limpiar la sangre del dormitorio.
Al llegar policías de la SSC, los detuvieron de inmediato; dos de ellos tenían 24 y 26 años, presuntamente los que lo habían trasladado en la "patrulla espiritual", y el tercero, de 38 años, empleado del centro y fueron puestos a disposición del Ministerio Público para determinar su situación legal.
Frente al anexo quedó estacionado el automóvil gris usado para el traslado, al principio, las autoridades no lo relacionaban con el crimen hasta que al abrirlo hallaron manchas de sangre en los asientos traseros.
La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México envió peritos para resguardarlo, tomar fotografías y aplicar polvo revelador para obtener huellas, incluso se documentó que había una cobija roja manchada.
Ante la orden de cerrar el lugar para la investigación, decenas de familiares llegaron a recoger a sus seres queridos.
Los internos salían uno por uno con sus mochilas o con bolsas negras llenas de ropa, algunos apenas llevaban sus tenis o unas cuantas pertenencias en la mano.
Agentes de investigación intentaron recabar grabaciones de cámaras de seguridad para precisar la hora y las condiciones del traslado, tocaron puertas y preguntaron a vecinos, pero la mayoría carecía de cámaras, y las únicas que habían llevaban meses sin funcionar.
Peritos de la Fiscalía trabajaron por más de hora y media dentro del centro para recabar pruebas antes de levantar el cuerpo y finalmente, el cadáver del joven fue envuelto en una cobija y cargado hasta la camioneta forense, para su traslado al anfiteatro donde se le practicaría la necropsia de ley.
De forma preliminar, la línea principal de investigación apunta a homicidio doloso por la golpiza.
Hasta el momento, la identidad del joven asesinado no ha sido revelada públicamente, solo se sabe que tenía 21 años y que supuestamente iba a ser internado para recibir "ayuda" contra las adicciones, pero encontró la muerte en el lugar que prometía salvarlo.
La madre del joven asesinado, entró al inmueble con el rostro desencajado y salió minutos después hecha pedazos, llorando sin consuelo tras reconocer a su hijo muerto; afuera la esperaban familiares y amigos que la abrazaban entre llanto y rabia.
Otro joven llegó en motocicleta desesperado, saltó el cordón policiaco diciendo que su familiar estaba muerto adentro, corrió hasta la madre del fallecido y la abrazó para consolarla.
La familia ahora exige justicia, mientras la Fiscalía investiga si se trató de un acto de abuso, negligencia o una mezcla de ambas.
Por otro lado desde las ventanas del tercer nivel, protegidas por gruesos barrotes, varios anexados se asomaban, esperando que algún familiar llegara, entre ellos, uno levantó la mano hacia la calle e hizo la señal de auxilio internacional que consiste en tener la palma al frente, pulgar escondido y dedos cerrándose en puño.
Por lo que la fiscalía tendrá que investigar si la violencia hacia los internos es algo del día a día y en caso de que esto sea así, poder hacer justicia por todas las personas que sufrieron abusos dentro de las instalaciones.
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