La Barriada/Martín Aguilar/Todo cae por su propio peso

Seguramente el lunes pasado no fue un buen día para la jefa de Gobierno, pues con la reciente encuesta publicada por El Financiero ya son, al menos, tres mediciones que en los últimos días coinciden en que su administración va en picada.

 

El hecho de que haya completado varios meses con una aprobación menor al 50% de los capitalinos debe tener muy preocupada a Claudia Sheinbaum, quien, después de ganar en 2018, ha venido acumulando sólo derrotas cada que se instalan urnas.

 

Si no es capaz de defender su territorio, las posibilidades de ser la abanderada de Morena a la Presidencia de la República en 2024 disminuyen. El apoyo de los capitalinos es vital para quien aspire a ganar cualquier elección federal.

 

Que poco más de la mitad de los ciudadanos la repruebe como gobernante es grave. Pero más lo es que sólo un 37% en la CDMX esté dispuesto a votar por ella si su nombre apareciera en las boletas electorales.

 

 Ni qué decir de que seis de cada diez habitantes consideran que dedica más tiempo a promover su candidatura presidencial que a atender los temas de la capital. O sea, que no cumple con las tareas para las que fue elegida y que juró hacer.

 

 Y quizá este último punto sea el más grave, pues el electorado capitalino está muy politizado y es muy especial. Cuando un funcionario o partido no les cumple, a la siguiente elección lo castigan con su voto.

 

Tanto pidió Claudia el voto capitalino en 2018, ofreciendo incluso someterse a revocación de su mandato para que la gente decidiera si completaba su gobierno o no, para que, a dos años de haber llegado al cargo, ya estuviera pensando en abandonarlo por otro mayor.

 

 Porque ya tiene más de un año que anunció su interés de pelear la candidatura presidencial de su partido y comenzó a visitar varios estados, abandonado sus responsabilidades incluso en días hábiles, que pidió que se le descontaran.

 

 Como si gobernar la Ciudad de México fuera el equivalente a trabajar en una maquiladora, donde si un empleado no va se le descuenta el día —o hasta se le despide—, al fin que otro puede tomar su puesto.

 

Pues aquí no, si se alquiló para jefa de Gobierno fue en exclusiva para este trabajo, que es de tiempo completo; nadie la obligó a aceptar. Así ha sido con los anteriores gobernantes, incluyendo al hoy Presidente de la República.

 

 Porque ya basta de que todo aquel que llega al frente de la Jefatura de Gobierno aún no acabe de sentarse en la silla del Antiguo Ayuntamiento y ya esté pensando cómo se vería en la Silla del Águila.

 

 Los capitalinos no se merecen eso y no aceptan ser utilizados solamente como trampolín para los políticos. O se eligen para gobernar seis años o mejor que dejen a otros que sí quieran hacer la chamba.

 

La conclusión más grave de las encuestas es que si Sheinbaum es reprobada en la CDMX y sólo tiene un tercio de la intención de voto, flaco favor le hará al candidato de su partido a sucederle; le heredará sus negativos y, así, difícilmente logrará mantener la plaza.

 

Morena sabe que perderá la capital y por eso son sus nervios 


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