La Barriada/Martín Aguilar/No todo está escrito

Cuando todo el mundo esperaba un anuncio bomba que cimbrara a Morena, Marcelo Ebrard salió con su viejo y gastado Movimiento Progresista y con la amenaza de abandonar la 4T si no revierten la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum.

 

No es la primera vez que el excanciller recurre a ese esquema luego de una derrota electoral, y siempre ha fallado. Y es que carece de operadores eficaces, pues con lo único que cuenta es con seguidores acomodaticios en espera de un hueso.

 

Habrá que recordar que, en 2013, luego de no obtener la candidatura presidencial del PRD, intentó apoderarse del partido, impulsando la corriente Movimiento Progresista, que sirvió para dos cosas: Marcelo acabó fuera del sol azteca.

 

Ya en octubre del año pasado, lo que quedaba de ese Movimiento —creado originalmente para impulsar a Andrés Manuel López Obrador a la Jefatura de Gobierno— se había pronunciado por el excanciller.

 

Al ser fundado en 2000, el colectivo lo integraban PRD, PT y Movimiento Ciudadano; en 2013 reaparecieron para llevar a Ebrard a la presidencia nacional del sol azteca y, así, posicionarlo en el debate de las reformas energética y fiscal, pero fallaron.

 

Ya como asociación civil, el Movimiento Progresista ha querido llevar a los partidos de izquierda en una misma dirección, sin la presencia de ningún político en la cúpula, sino con la dirección de un grupo plural, algo que en un país de caudillos nomás no se entiende.

 

Esta asociación asegura tener representación en todo el país, por lo que —de ser cierto— Marcelo no arrancaría de cero y en algo podría influir en el próximo proceso electoral. Sería ahí donde entraría en MC para darle la candidatura y que pudiera aparecer en las boletas.

 

O sea, no sería un paso directo a los naranjas, sino a través de una alianza electoral, que a Dante Delgado le caería de perlas para cachar votos, y a Ebrard para acomodar ahí a buena parte de su plebe y tener su propia bancada, ya sea en el Senado o en San Lázaro.

 

La organización ya se había reunido con Marcelo y su esposa, Rosalinda Bueso, quienes incluso les tomaron protesta de manera honoraria a los representantes de los comités. O sea, el excanciller ya tenía lista su jugada.

 

Y a lo mejor les sale bien a él y a Dante, pero, en vía de mientras —y conociendo los antecedentes—, no deja de ser un tirititito nada más o, como dicen en el béisbol: un podrido por segunda. 


Share on Google Plus

About .

    Blogger Comment
    Facebook Comment

0 comments:

Publicar un comentario