Durante una plática, la Dra. Mayela Vargas señaló que que la Inteligencia Emocional (IE) es la capacidad de reconocer, manejar nuestras propias emociones y reconocer, entender e influir en las emociones de los demás. Es decir, tomar conciencia de las emociones involucradas en nuestras conductas y cómo afectan a otras personas.
Y es que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando define la salud mental, tiene en cuenta el componente emocional y reconoce la habilidad para desarrollarlo.
Vargas dijo que, en estudios realizados en salud mental, se ha encontrado que personas con niveles elevados de inteligencia emocional presentan mayor bienestar emocional y mayor salud mental. De este modo, bajos niveles de IE se relacionan con mayor ansiedad, depresión, problemas de personalidad y tendencia hacia las conductas adictivas. En otros estudios se afirma que la IE actúa como un factor protector a la hora de tener trastornos psicológicos, como ansiedad o depresión. Esto se debe a que disminuye la vulnerabilidad al estrés y se evitan la aparición de estos trastornos.
Y es que la inteligencia emocional se puede entrenar y suele mejorar a lo largo de los años, siempre y cuando se dedique tiempo y esfuerzo. En ocasiones es necesaria la ayuda de un profesional para conseguir aumentarla.
La Dra. Mayela dio algunos pasos para aumentar la inteligencia emocional son los siguientes:
Detectar la emoción que hay detrás de la conducta. Conectar con las emociones y entender como nos influyen.
Ampliar el vocabulario emocional. Poner nombre a cómo nos sentimos, en vez de decir que estamos "bien" o "mal". Por ejemplo, en vez de decir "Estoy mal", sería mejor decir "Me siento decepcionado o triste".
Las emociones desencadenan otras emociones. No solamente sentimos una emoción, sino que a lo largo del día podemos sentir varias.
No juzgar la forma en que nos sentimos. Si reprimimos la emoción, acabará apareciendo de una forma más intensa. Por lo que tenemos que entender lo que estamos sintiendo y no considerarlas como algo bueno o malo sino como fuente de información que nos ayudara a tomar conciencia sobre uno mismo.
Prestar atención al lenguaje corporal. Expresamos con nuestro cuerpo como nos sentimos por dentro, es decir, las emociones provocan manifestaciones fisiológicas automáticas. Detectar ese lenguaje nos ayudará a detectar la emoción.
Escribir un diario emocional. Anotar como nos sentimos puede ayudar a reducir la intensidad emocional.
Expresar emociones de forma asertiva. Por ejemplo: "Me siento triste cuando me hablas con ese tono". Estaríamos definiendo la emoción y expresándola en primera persona.
Practicar o repetir lo que hemos aprendido es la clave para conseguir aumentar la inteligencia emocional.
Agregó que estar emocionalmente saludable no significa estar todo el tiempo feliz. Sino ser consciente de las emociones y saber cómo gestionarlas. Las personas con alta inteligencia emocional también tienen estrés, ira o tristeza. La diferencia se encontraría en que es lo que se hace con esas emociones. Buscar ayuda de un profesional también formaría parte de la gestión emocional, ya que significa que existe conciencia emocional y se precisa de ayuda para mejorar.
No se puede controlar lo que sucede en la vida, pero si se puede decidir cómo vivirla.
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