La Barriada/Martín Aguilar/Divide y vencerás

Si bien es cierto que la rencilla más reciente entre los panistas de la CDMX y la jefa de Gobierno es por el desmesurado aumento a las tarifas de agua en colonias dominadas por la oposición, la realidad es que el pleito viene de años atrás y no se le ve solución.

 


Aunque en 2018 quedaron en franca minoría con respecto a Morena y sus aliados en la capital, dirigentes y diputados de Acción Nacional decidieron evidenciarse como la auténtica oposición a Claudia Sheinbaum, lo que les valió el odio de la gobernante.

 

No es secreto que a la jefa de Gobierno le pone mal escuchar la palabra PAN —así sea en el menú del desayuno—, pues no tolera a ese partido, que en lo que va de su administración se ha convertido en la piedra de su zapato.

 

Sheinbaum se puede sentar con cualquier fracción, excepto con la de los suspiritos azules, pues su sola presencia le causa escozor. A los únicos que más o menos tolera es a los alcaldes de Benito Juárez, Santiago Taboada, y de Coyoacán, Giovanni Gutiérrez, pero nada más.

 

Atravesados trae a Mauricio Tabe, de Miguel Hidalgo; Andrés Atayde, presidente del PAN capitalino, y a los diputados locales en general, pero sobre todo al coordinador en Donceles, Christian von Roehrich.

 

Por supuesto, no se escapa el líder panista en San Lázaro y jefe de la tribu azul en la CDMX, Jorge Romero, a quien se la tiene guardada.

 

Nada extraño es que Sheinbaum se ubique al lado contrario de la derecha, pues la 4T y Morena se dicen de izquierda. Pero llegar a amenazar a las otras fuerzas políticas con que si van con el azul serán borradas del mapa, es incomprensible.

 

Sobre todo porque la política es negociación, no confrontación. Y aquí no sólo la gobernante falla, sino que también los azulitos se pasan de la raya, pues son el nuevo partido del NO a todo lo que venga del Zócalo.

 

Nadie ignora que el PAN necesita correrse al extremo contrario del gobierno, para diferenciarse y capitalizar las inconformidades en contra de la 4T, que al menos en la Ciudad de México cada vez son más notorias.

 

Al mismo tiempo, todo el mundo tiene claro que, para Claudia, el real peligro es Acción Nacional, cuyos gobernantes tienen buen cartel en la ciudad y son quienes amenazan el reinado de Morena, que podría convertirse en el más efímero desde que hay elecciones en la ciudad.

 

El asunto es que ni a Morena ni al PAN les alcanza para ganar solos, y necesitan lograr el apoyo de los demás partidos, que por pequeños que sean pueden representar la diferencia en la votación final; ahí es donde se centra la verdadera lucha rumbo a 2024.

 

Los partidos que fueron en alianza con los azules en junio pasado están siendo presionados desde el gobierno para romper con los albiazules. 


En tanto, los panistas quieren cargarse en la clase media y en los sectores que Morena ha lastimado, que cada vez son más.

 

El tiro es cantado y ya no tiene reversa, aunque ambos lados deberían aplicar más política y menos hígado. 


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