El fin de semana se llevaron al cabo dos hechos políticos de relevancia para la vida político partidista del país.
Se trató del arranque de un supuesto cambio de imagen del PAN, pero con los mismos rostros de hace décadas.
Acción Nacional anunció el aparente fin de cualquier tipo de alianzas con el Partido Revolucionario Institucional.
Pero en los hechos, esos acuerdos concluyeron desde el momento en que el blanquiazul impuso como candidata a Xóchitl Gálvez.
El PAN presume haberse ubicado como la segunda fuerza política del país, pero como oposición dista de alcanzar ese lugar.
Al triunfo de Claudia Sheinbaum, el panismo y Gálvez reconocieron de inmediato la victoria de la morenista. Ni una protesta organizaron.
Tanto el PRI como el PRD, con Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, a la cabeza respectivamente, doblaron las manos. Tampoco protestaron.
Esas posturas se prestaron a la especulación y a la sospecha. ¿Qué negociaron? ¿A cambio de qué reconocieron de inmediato a Sheinbaum como presidenta?
Durante la presentación del nuevo rostro del partido azul, asistieron personajes repudiados y denostados por el régimen.
Asistieron al encuentro la propia Xóchitl Gálvez, Santiago Creel, Ricardo Anaya, Marko Cortés, Kenia López Rabadán, Santiago Taboada, Lía Limón y Roberto Gil Zuarth entre otros.
Pero, además, acérrimos adversarios como Claudio X. González, Lorenzo Córdova, Margarita Zavala, Enrique Krause, Noemí Luna, Guadalupe Acosta Naranjo y Enrique de la Madrid, entre otros tantos.
Se trata de una amalgama de ideologías que no necesariamente congenian con Acción Nacional. Por ejemplo, Acosta Naranjo, está en proceso de conformar otro partido.
Adicionalmente, el viernes un grupo de partidos locales del PRD, anunció la conformación del Bloque Político Nacional de Partidos Locales del PRD.
El punto cinco de su manifiesto es clave para entender el rumbo que tomarán los partidos locales, que en conjunto suman importantes sufragios que les permitió a Sol Azteca conservar su registro en 13 entidades del país.
"Nos deslindamos de toda relación o alianza con partidos de derecha, por no compartir sus principios ni su visión de país", ese es el punto medular del posicionamiento donde anunciaron el bloque perredista.
Fueron claros en establecer que no tienen la intención de formar un nuevo partido político en esta etapa, además, se definieron como "una fuerza de izquierda democrática y progresista".
"Promoveremos una nueva generación de liderazgos -nuevas caras con experiencia comprobada en el trabajo territorial y la lucha social- que encabecen la reconstrucción de nuestro proyecto político", precisó el manifiesto.
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