La división interna es la más peligrosa para el partido en el poder. Los golpes bajos y traiciones están a la orden del día.
Por un lado, muestran disciplina, unidad y condescendencia con los suyos, pero por otro lado, se atacan a diestra y siniestra.
Todos aplauden y respetan el supuesto legado de Andrés Manuel López Obrador, pero repelen en privado el sello corruptor de su "hermano", Adán Augusto López Hernández.
A estas alturas, y tras semanas de sistemáticos ataques, cualquier funcionario o legislador, habría renunciado o lo habrían despedido.
Este no es el caso, toda vez que Adán Augusto es el político consentido del oriundo de Macuspana.
De hecho, las versiones difundidas por el columnista Raymundo Rivapalacio, apuntan a la constante presencia de López Obrador en la Ciudad de México.
Incluso, este lunes difundió que hubo una presunta llamada telefónica entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el ex mandatario, la cual "no fue nada agradable".
Eso indica que los resortes que sostienen la relación política entre Sheinbaum y Obrador, están muy tensos por el factor Adán Augusto.
Según lo difundido por Rivapalacio, Andrés Manuel le habría pedido a la presidenta cerrar el caso de Adán Augusto, puesto que de seguir así, pronto le llegaría el agua al cuello al político de Tabasco.
Pero conforme a los distintos escenarios creados para detener a Hernán Bermúdez Requema, la ruta es un deslindamiento soterrado con el de Palenque.
La presidenta mantiene en dos rutas la situación de Adán: por un lado, corren las investigaciones y filtración de información contra el coordinador de Morena, por Omar García Harfuch.
Y por el otro camino, la mandataria defiende en público al ex presidente, y asegura que siempre tendrá su respaldo.
El hecho concreto es que Adán Augusto, sólo tiene como sostén a López Obrador, porque sus propios compañeros le armaron una revuelta en el Senado para destituirlo del cargo de coordinador.
Otra versión que lleva días como trascendido, es que se le ofrecerá una embajada –como la de Cuba- a fin de sacarlo de la Cámara Alta, y blindarlo frente a cualquier investigación.
Pero tal parece que Adán Augusto se aferra al escaño, aunque no cuente con el respaldo de sus compañeros senadores, de parte del gabinete y mucho menos de la presidenta.
¿Cuánto tiempo más aguantaré? ¿Lo obligarán a solicitar licencia al cargo? En caso contrario, se arriesgará a que le inicien una carpeta de investigación.
Todo indica que la salida más fácil para Adán Augusto es dejar el escaño.
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