La Barriada/Martín Aguilar/Al mejor cazador se le va la liebre

Pese a que la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, ya realizó su primer cambio de su gabinete, con la salida de Florencia Serranía, como ex titular del STC, Metro, no significa que habrá mejoras en el transporte subterráneo, ya que, al poner a Guillermo Calderón como sustituto de Serranía, seguirá las broncas y las afectaciones.

No olvidemos que Calderón, estuvo al frente del Metrobús durante trece años, desde que Marcelo Ebrard como jefe de gobierno hasta Miguel Mancera, del cual fue un gran amigo y hermano y con quien Mancera le tenía absoluta confianza, por eso lo dejo en el mismo cargo durante toda su administración hasta la llegada de Sheinbaum, quien lo nombró como titular del Sistema de Transportes Eléctricos hasta ayer.

En nada cambia que el metro vaya a mejorar, porque la gestión de Serranía ha sido de las peores, sino que la única, que ha tenido el gusano naranja, porque pese que desde los 70 cuando ese medio de transporte tuvo su primer accidente en la línea 2 que corre sobre calzada de Tlalpan y luego vinieron varias, nunca hubo muertes, hasta con la llegada con Serranía, que el 3 de mayo, cuando fue la caída del tren en calzada de Tláhuac, por lo que murieron 26 personas, la mayor tragedia durante la historia moderna de este transporte.

Y es que desde hace más de una semana, la jefa de Gobierno analiza cómo mover sus piezas para ajustar su gabinete, con miras a recuperar la Ciudad de México y perfilar las elecciones presidenciales de 2024.

 

El primero en la lista es el secretario de Gobierno, José Alfonso Suárez del Real, quien es el segundo funcionario que Claudia Sheinbaum puso en ese puesto. El exdiputado llegó a cubrir la vacante dejada por Rosa Icela Rodríguez, cuando ésta salió rumbo al gabinete presidencial.

 

No es que Suárez del Real sea malo, pero pesan en él dos cosas para que su cabeza sea la que ruede tras la derrota electoral que llevó a Morena a perder más de la mitad del territorio capitalino, con sus respectivos escaños para el Congreso de la Ciudad de México.

 

La primera es que su salud no está en su mejor nivel; llegó arrastrando algunos padecimientos importantes, que se le complicaron por las dos veces que se contagió de covid-19.

 

La otra es que se avecina una dura batalla para frenar a la oposición en la capital, y Suárez del Real no tiene el perfil. Es como en la película de El Padrino —obviamente es sólo una analogía—, donde Michael Corleone destituye a su consiglierie porque no está hecho para tiempos de guerra.

 

De los cambios proyectados éste es el más importante, pues es calve en el gabinete. Además de ser el segundo cargo en el escalafón, el titular se encarga de que funcionen prácticamente todas las áreas de gobierno, y tiene bajo su responsabilidad la relación con el Congreso y los partidos.

 

Ahí Sheinbaum necesita a un personaje de su absoluta confianza, que la ayude básicamente a tomar el control político de la capital, y la proyecte como la opción sólida de Morena para la Presidencia de la República en 2024.

 

Dicen que la jefa de Gobierno ha volteado hacia el interior de su gobierno para ver los perfiles que estarían disponibles, pero no acaba de convencerse de lo que ve. Uno de sus funcionarios de confianza es Tomás Pliego, quien tiene cancha en la arena política, aunque no está convencido

.

 

Lo malo para Claudia es que, si no encuentra pronto a alguien de casa para llenar ese espacio, corre el riesgo de que le impongan desde las alturas a un ajeno, lo que dificultará un poco su accionar de los próximos años.

 

Por supuesto que el de Suárez del Real no será el único movimiento, pues hace falta darle una buena sacudida a otras áreas de su administración, que han permanecido nadando de muertito y es hora de que despierten.

 

Todo depende de lo que concluya el análisis que se está haciendo sobre las causas de la estrepitosa derrota, que la hizo tambalear en sus aspiraciones presidenciales.

 

Qué bueno que revisen sus fallas, para corregirlas, aunque quizá lo que hace falta es una buena dosis de autocrítica en todos los niveles de la 4-T capitalina, porque, hasta la fecha, nadie de ese equipo ha dicho que el castigo en las urnas fue porque están haciendo mal las cosas. 


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