Comerciantes del metro denuncian cierres sin aviso por parte de personal del STC

Rebeca Marín

Por razones de seguridad, llamaremos Guadalupe a la comerciante entrevistada. Ella ha trabajado durante más de tres décadas en un puesto de dulces dentro del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Hoy, su realidad laboral atraviesa uno de sus momentos más inciertos.

"Nos afecta directamente en la parte laboral -dice Guadalupe-. Nuestros productos son de venta diaria; si no se trabaja, se pierde. No solo se trata de no vender: dejamos de percibir ingresos, pero seguimos pagando sueldos, renta, impuestos, seguro social. No hay margen de maniobra".

Lo que más le molesta no son solo los cierres, sino la forma en la que se dan: sin previo aviso, sin explicación, sin fecha de reapertura.

"Nos dicen de un momento a otro que se cierra la estación, pero nunca nos dan una causa, un motivo, ni una razón. Eso sí, la renta se cobra completa, como si todo siguiera funcionando normal. El Metro no condona absolutamente nada".

Guadalupe trabaja en la estación Zócalo, una de las más emblemáticas, pero también una de las más afectadas por cierres por eventos públicos, operativos de seguridad o manifestaciones. Antes, nos cuenta, los cierres eran puntuales y predecibles: 1º de mayo, 2 de octubre... duraban algunas horas. Ahora pueden pasar semanas enteras.

"El año pasado, por ejemplo, nos cerraron el 2 de mayo y no reabrieron hasta el 15. Fueron 13 días sin ingresos. Pero la renta la cobran como si hubiéramos trabajado los 30".

Asegura que en 2023 su puesto permaneció cerrado al menos 70 días, es decir, casi una tercera parte del año.

"Y eso sin contar que los fines de semana, que son nuestros días fuertes, también nos los cierran. Justo cuando más gente viene al Centro, cuando más posibilidad tenemos de vender. Es cuando aprovechan para cerrar por eventos como el 'Zocalito' o las proyecciones en la plancha. Dicen que lo maneja el gobierno, ni siquiera el Metro. Y nadie nos informa nada".

Guadalupe reflexiona sobre la competencia informal que ha proliferado en los accesos y calles cercanas: "Allá arriba hay demasiado caos. Hay muchísima gente vendiendo. Y como la estación está cerrada, la gente sale corriendo del Centro. El desorden los espanta".

 

Su puesto -fijo, con permisos en regla- ha sido su sustento por 35 años. De él dependen tres familias, que hoy enfrentan la incertidumbre de no saber cuándo podrán abrir, ni si podrán sobrevivir a más cierres

"Yo no hablo de partidos -dice-. Hablo de que las decisiones de los últimos gobiernos nos han afectado directamente. Antes sabíamos cuándo y por qué se cerraba. Hoy simplemente nos bajan la cortina... y ya veremos cuándo 


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