La Barriada/Martín Aguilar/Donde manda capitán

Tal parece que quien ya no tiene fuerza para convocar a las masas es Martí Batres tenía el control de las riendas políticas en la Ciudad de México y que partidos y diputados tendrían que ver todo con él, ya se dieron cuenta de que andaban muy errados. 


Cierto que el secretario de Gobierno mantiene comunicación con la mayoría de los actores políticos de la capital, pero, al final, no es el que toma las decisiones. Es más, ni siquiera hay garantía de que sea escuchado por Claudia Sheinbaum.

 

De hecho, la jefa de Gobierno ha pedido ver personalmente algunas negociaciones o, al menos, estar presente en las más importantes, para dejar en claro que quien toma las decisiones es ella, no su secretario. 


Un asunto muy comentado fue el del más reciente Informe de Gobierno de Sheinbaum, para el que Martí le recomendó no ir al Congreso, pues se exponía a que los grupos opositores aprovecharon ese foro para agredir y hacerse notar.

 

Es decir, en lugar de hacer su chamba y lograr un acuerdo político con la oposición, el secretario quería que su jefa se escondiera y sólo enviará las carpetas de su informe. Claro, porque en ese escenario él sería el muñeco del pastel.

 

La gobernante no estaba del todo convencida de ausentarse, a pesar de que la conformación del Congreso ya había cambiado y de que Morena y sus rémoras habían perdido ya la abrumadora mayoría que la cuidaba cuando iba a Donceles.

 

Las recomendaciones de Martí llegaron incluso a inventar supuestos contagios de covid-19 de diputadas morenistas, como Yuriri Ayala e Isabel Rosales, quienes más tarde tuvieron que aceptar que había sido un falso positivo.

 

Y es que muy mal se iba a ver Claudia llamando a la población a normalizar sus labores ante la baja de contagios y hospitalizaciones, aunado al aumento en el número de personas vacunadas, y negarse a ir al Congreso —un área controlada— por temor a infectarse.

 

Al interior del Palacio del Antiguo Ayuntamiento dicen que la jefa de Gobierno se dejó aconsejar por alguien que conoce bien el teje y maneje de Donceles, y que fue quien utilizó sus buenos oficios para lograr un acuerdo con los opositores y que no se fueran a pasar de listos.

 

Finalmente, Claudia confió en quien hizo las negociaciones, al cual, por cierto, ahora escucha más, y quedó contenta de haber librado la difícil visita. Dicen que Martí se quiso llevar el mérito ante los opositores, pero ellos sabían bien que nada tuvo que ver en eso.

 

Aunque los partidos y diputados siguen atendiendo sus llamados, cada vez queda más claro para ellos que quien tiene la última palabra es Sheinbaum, y que es muy notorio que no confía mucho en él.

 

Por lo pronto, el secretario de Gobierno ha acumulado enemigos internos dentro del gabinete capitalino y cada vez son más los comentarios de que, como no puede imponerse, recurre a los gritos y amenazas, pero no le funcionan.

 

Parece que el paraíso de los grillos no es como él se lo imaginó. 


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