Rebeca Marín
El pasado jueves 19 de junio, residentes de la especialidad en Ginecología y Obstetricia del Hospital de la Mujer de la Ciudad de México iniciaron un paro laboral en protesta por los malos tratos, amenazas y condiciones precarias de trabajo, exigiendo la destitución de su jefa de enseñanza, entre otras demandas.
Los médicos residentes denunciaron haber sido víctimas de amenazas directas y tratos denigrantes, sin recibir respuesta de las autoridades del hospital. Ante el silencio institucional, decidieron organizarse en paro y presentaron un pliego petitorio de 10 puntos, en el que, además de la destitución, se exigía:
Tiempo para asistir a clases.
Material médico suficiente para realizar actividades básicas.
Personal suficiente para instrumentar cesáreas.
Trato digno.
Atención psicológica confidencial.
Reducción de la carga de trabajo excesiva.
Mejoras en la calidad de la formación académica.
"La residencia es explotación disfrazada de formación", ha sido el lema con el que los médicos en formación han encabezado sus protestas, destacando que las jornadas laborales superan las 36 horas continuas sin descanso, en un hospital dedicado a la atención obstétrica, que además enfrenta múltiples deficiencias estructurales y de recursos.
A pesar de que representantes de algunos organismos externos, como el CCINSHAE, acudieron al hospital, no se fungió como intermediario formal. El CIFRHS no emitió respuesta, y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la cual depende académicamente el programa, anunció una visita para el 2 de julio, la cual se realizó sin diálogo directo con los residentes.
Tras siete días de paro, los médicos residentes alcanzaron un acuerdo precipitado con las autoridades hospitalarias. La única demanda parcialmente cumplida fue la renuncia de la jefa de enseñanza, mientras que las demás solicitudes quedaron condicionadas a fechas futuras con promesas de cumplimiento que, al día de hoy, aún no han sido formalmente entregadas ni cumplidas.
Durante el paro, los residentes continuaron acudiendo al hospital en sus horarios regulares, sin afectar áreas críticas como urgencias o terapia intensiva, dejando claro su compromiso con la atención médica, pero también con la necesidad urgente de dignificar su labor.
La situación ha puesto sobre la mesa una problemática estructural que afecta a médicos residentes de todo el país: condiciones laborales extremas, carga excesiva de trabajo, falta de pago por labores extraordinarias, y ausencia de derechos laborales plenos, todo bajo el argumento de que se trata de "personal en formación".
Esta protesta evidencia lo que muchos ya han señalado durante años: los médicos residentes son la piedra angular del sistema de salud mexicano, pero son tratados como mano de obra barata, con escasa protección y sin garantías reales para su bienestar físico y mental.
Los residentes del Hospital de la Mujer continúan a la espera de que las autoridades cumplan con lo acordado, y que sus demandas no solo sean atendidas, sino se conviertan en acciones concretas que garanticen una formación académica digna y condiciones laborales humanas, tanto en esta como en todas las unidades médicas del país.
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