La Barriada/Martín Aguilar/Un hombre con experiencia

La política federal de "abrazos, no balazos" en contra del crimen ha demostrado no ser el camino para pacificar el país y, por el contrario, lo ha sumido en una espiral de violencia que mantiene a millones de mexicanos con la angustia de ser víctimas de algún delito.

 

A diferencia de esa política federal, en la Ciudad de México se está aplicando la estrategia de hacer trabajos de inteligencia policial y, después, ir con toda la fuerza del Estado en contra de los delincuentes generadores de la inseguridad.

 

Los resultados han sido, sin duda, mucho mejores que a nivel federal.

 

Si en la capital hay una buena coordinación entre la Secretaría de Seguridad Ciudadana y las Fuerzas Armadas, que ha dado como resultado la desarticulación de bandas, sobre todo en zonas como la Morelos y Tepito, ¿por qué esos resultados no se pueden dar en el resto del país?

 

Todo el mundo tiene claro que, aunque la Secretaría Federal de Protección y Seguridad Ciudadana ha tenido mandos civiles, quienes mandan en esa dependencia son el Ejército y la Marina, que controlan también la Guardia Nacional.

 

Y por no aplicar la misma política de los expresidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, de combatir a los grupos criminales con toda la fuerza del Estado, la dependencia policial ha fracasado; nadie los respeta y tienen sumido al país en un caos.

 

Aunque en la Ciudad de México la inseguridad sigue siendo un problema grave, al menos se ve que Omar Hamid García Harfuch le está metiendo mano al asunto y los índices criminales se han contenido e, incluso, en algunos rubros, han bajado.

 

¿Cuál es la diferencia?, pues que, contrario a la Federación, en la capital, los abrazos se guardan para los cumpleaños y las fiestas de fin de año, y los balazos son empleados para contener a los criminales, a quienes no se les acusa con sus mamás ni con sus abuelas, se les lleva ante el juez.

 

La 4T le apostó a que, si no se enfrentaba a las mafias y se les invitaba a portarse bien y a suscribirse en programas oficiales, como Jóvenes Construyendo Futuro, el número de muertos iba a descender.

 

Los cálculos les fallaron y, en lo que va de este sexenio, van más muertos que en los sexenios completos de Calderón y de Peña, respectivamente. Incluso al programa gubernamental de Sembrando Vida ya se le conoce como el de "sembrando viudas".

 

Mientras el gobierno federal apuesta por poner como jefes de policía a gente sin experiencia en el ramo, como Alfonso Durazo y Rosa Icela Rodríguez, en la CDMX, Claudia Sheinbaum le apostó a García Harfuch, un especialista que entró de emergente y ahí la lleva.

 

Claro que la jefa de Gobierno había metido la pata con Jesús Orta Martínez, su primer jefe de policía —que, por cierto, sigue prófugo—, y luego corrigió.

 

Como que va siendo hora de que también a nivel federal se aplique la de "abrazos, no; balazos" para combatir la delincuencia. 


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