El pasado mes de agosto, el Gobierno en turno encabezado por Claudia Sheinbaum, difundió con bombo y platillo que en México la pobreza disminuyó de manera histórica, tomando como estandarte los datos expuestos recientemente por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que reportó que de 2018 a 2024 la cifra de personas pobres bajó de 51.9 a 38.5 millones, es decir, que poco más de 13 millones de mexicanos habrían dejado de ser pobres; esto para el gobierno constituye una hazaña sin precedentes que se debe al aumento del salario mínimo, a los programas sociales y al supuesto acceso a derechos básicos.
Sin embargo, si observamos de cerca las cuentas no cuadran. Expertos como Julio Boltvinik, uno de los principales estudiosos de la pobreza en México, señalan que estas cifras son "datos cuchareados", que no pueden tomarse como verídicos en un sexenio con crecimiento económico nulo. En sus palabras, se trata de "un cuento de hadas para niños tontos". ¿Cómo es posible reducir la pobreza en casi un 30% cuando millones de familias viven al día, enfrentan empleos mal pagados, carecen de servicios de salud y deben estirar el ingreso para cubrir lo más básico?, ha manifestado el estudioso.
Ante esto, quiero decir que el Movimiento Antorchista, organización social con más de cinco décadas de existencia, ha centrado su labor precisamente en la lucha por la disminución de la pobreza en nuestro país, y para este cometido los activistas que integramos a Antorcha trabajamos muy directamente con el pueblo trabajador y con las masas vulnerables a lo largo y ancho del país, por lo que no nos van a venir a contar y a tratar de distorsionar una realidad con datos alegres, cuando bien sabemos que la pobreza es un lastre que sigue afectando a millones de mexicanos.
En primer lugar, el gobierno afirma que el aumento del salario mínimo ha sido clave para la reducción de la pobreza. A simple vista, esto suena bien. El salario mínimo en 2024 alcanzó los 248.90 pesos diarios, unos 7,467 pesos mensuales. El problema es que, según el propio Inegi, la canasta básica alimentaria y no alimentaria tenía ese año un costo de 4,552 pesos por persona al mes. Si una familia mexicana promedio está compuesta por cuatro miembros, el gasto necesario asciende a 18,216 pesos mensuales, es decir, harían falta tres salarios mínimos para cubrir apenas lo más elemental, pero la realidad nos señala que en México el 78.6% de los trabajadores gana entre uno y dos salarios mínimos, esto quiere decir que la gran mayoría de los asalariados vive con ingresos insuficientes para comprar la canasta básica.
En segundo lugar, se asegura que los programas sociales influyeron en esta supuesta reducción de la pobreza. La propia Secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, ha reconocido que estas ayudas sólo representan un 17% de la mejoría en los ingresos de la población beneficiada. O sea, de cada 100 pesos que gana una familia, apenas 17 provienen de programas sociales. Aunado a que estos programas tienen el objetivo de comprar conciencias y asegurar votos a cambio de apoyos económicos; y peor aún es que mientras se destinan miles de millones de pesos a repartir ayudas, se han reducido o abandonado inversiones fundamentales en salud, educación y servicios públicos, que son realmente los rubros que a largo plazo pueden garantizar mejoras en la calidad de vida de los mexicanos.
En tercer lugar, el gobierno también asegura que la gente ahora tiene más acceso a derechos básicos, pero la realidad muestra lo contrario: en materia de salud, los datos son alarmantes; según el Inegi, entre 2018 y 2024 las personas sin acceso a servicios médicos se duplicaron, pasando de 20.1 a 44.5 millones, es decir, casi la tercera parte de la población vive sin posibilidad de atenderse en hospitales públicos y en 2024, el IMSS no logró abastecer más de 11 millones de medicamentos, mismos que tuvieron que ser adquiridos por pacientes y sus familias, de su propio bolsillo. A esto se suma que el gasto en salud de las familias ha crecido de forma dramática. Un estudio de "México Evalúa" reveló que entre 2018 y 2024 el gasto promedio trimestral por hogar en salud aumentó un 41.4%, pasando de 1,135 a 1,605 pesos. Esto significa que las familias tienen que pagar cada vez más de su propio dinero para atender enfermedades.
Ante esto, la pregunta obligada es ¿cómo puede hablarse de acceso a derechos cuando cada vez más mexicanos se enferman y no encuentran medicinas ni tratamientos en hospitales públicos?
Además, México ocupa el cuarto lugar en la lista de los peores países en materia de desigualdad social en el mundo, de acuerdo con el análisis internacional "Clasificación Mundial de Competitividad 2025" que analiza 69 economías, divulgado en junio de 2025 por el Instituto para el Desarrollo Gerencial, con sede en Suiza, y según datos de la Oxfam en México el uno por ciento más rico, gana 442 veces más que los hogares pobres.
La realidad es que en México existe una marcada desigualdad, que tiene sus causas en el modelo económico que existe en nuestro país favorecido por el gobierno actual, que cree que maquillando datos puede disfrazar la realidad que padecen millones de mexicanos: mientras unos cuantos acumulan fortunas inmensas, millones de familias sufren para poder llevar alimento a sus hogares o comprar medicinas.
Nosotros no podemos dejarnos llevar por los cantos de sirena, ni por las cuentas alegres que presenta el gobierno actual; debemos analizar con lupa los datos oficiales, pues los datos que nos presentan no cambian en nada la vida diaria de los trabajadores. Ni los aumentos al salario mínimo, ni las ayudas sociales, ni los anuncios de "más derechos" han resuelto la pobreza. Por el contrario, millones siguen viviendo en pobreza y marginación, sin atención médica, sin educación de calidad, sin vivienda digna y con sueldos precarios o sin empleo.
La pobreza en México no se resolverá con dádivas ni con cifras maquilladas. La única y verdadera salida para acabar con la pobreza de millones de mexicanos radica en la politización y organización de las masas trabajadoras. La unión hace la fuerza, pero debe ser: la unión de masas conscientes y educadas, que luchen hasta lograr un verdadero cambio, sólo así podremos construir un país más justo para todos.
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