Coordenadas Políticas/Martín Aguilar/Donde manda capitán

Las cosas se le han complicado sobremanera a la presidenta Claudia Sheinbaum, en momentos clave del primer año de su administración.

 

Está claro que el coordinador de los senadores de Morena, el vapuleado Adán Augusto López Hernández, está decidido a no dejar el cargo que le heredó Andrés Manuel López Obrador.

 

Sin embargo, su obsesión de permanecer inamovible ha introducido a la administración de Sheinbaum en un espiral de desgaste al que no se ve fin. 

 

A Adán Augusto no le interesa si a la presidenta le va bien o mal, solo le importa conservar su fuero constitucional frente al vendaval mediático en el que se encuentra sumido desde hace varias semanas.

 

Pero esta situación no debe pasar desapercibida para los cercanos a la presidenta, quienes saben que se trata de una pesada losa para la administración actual.

 

Lo que se sabe es que el "hermano" López Obrador se ha negado a renunciar a la coordinación de Morena en el Senado, y mucho menos a acepar una embajada. Por lo visto, rechazó las indicaciones de la presidenta.

 

Por lo tanto, esa apuesta le puede salir muy cara, no solo a Adán sino al propio ex presidente Obrador que tiene las manos metidas en una defensa a ultranza de su paisano. ¿El motivo?

 

Del tamaño de la preocupación debe ser la dinamita que tiene en su poder Hernán Bermúdez, ex empleado de Adán Augusto y líder del grupo criminal "La Barredora" en contra de su jefe y del ex presidente.

 

¿Si no fuese así por qué la preocupación de ambos políticos por la detención de Bermúdez?

 

Lo que guarda el ex jefe de la policía de Tabasco no debe ser poca cosa. Por eso se hacen demasiado raras las escalas realizadas en el vuelo de su traslado de Uruguay a México.

 

¿A qué le juega el ex presidente debilitando al gobierno de su sucesora? ¿Vale más la credibilidad y seguridad política de su "hermano" Adán, qué el gobierno de la República?

 

¿Acaso buscará derrocarla durante la revocación de mandato dentro de dos años?

 

Obrador debe estar consciente que juega una apuesta demasiado arriesgada, y que Sheinbaum no tendrá la paciencia suficiente para soportar la presión y el desgaste a que está sometida.

 

Quienes conocen de tiempo a la presidenta, saben que posee un fuerte carácter. Por eso la elección de Obrador como su sucesora.

 

En el fondo lo que podría suceder, es que la mandataria pudiera actuar en consecuencia. 

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