Coordenadas Políticas/Martín Aguilar/Seguridad Pública o Privada

La política exterior y comercial de una nación se mide no sólo por su capacidad de negociar, sino por su serenidad frente a los desafíos.

 

Hoy, ante la posible imposición de aranceles de hasta el 30 por ciento por parte del gobierno de Estados Unidos a ciertas exportaciones mexicanas fuera del marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y que podrían entrar en vigor el 1 de agosto, es importante que como país actuemos con prudencia, estrategia y unidad.

 

Por eso, la postura de la oposición ante este nuevo reto es mezquina e irresponsable.

 

En primer lugar, debemos poner en contexto este posible escenario. El 84 por ciento del comercio bilateral entre México y Estados Unidos se encuentra protegido dentro del T-MEC, lo cual significa que la gran mayoría de nuestras exportaciones seguirán gozando de acceso libre de aranceles, eso es lo que nos dicen los expertos.

 

Incluso los productos que podrían verse afectados por medidas unilaterales seguirán siendo competitivos frente a los bienes de otras regiones del mundo.

 

Más importante, nuestro país no ha bajado las manos como de manera mentirosa asegura la oposición.

 

El Gobierno de México, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, en conjunto con especialistas y líderes empresariales, ha hecho un trabajo meticuloso y serio para enfrentar este escenario. Todos se muestran optimistas, por lo que debemos confiar en su experiencia y mantenernos firmes sin caer en alarmismos.

 

La prioridad en este momento debe ser doble: por un lado, acompañar a los sectores productivos que puedan resultar afectados, brindándoles apoyo técnico, fiscal y logístico para que mantengan su competitividad; por el otro, redoblar esfuerzos para consolidar y fortalecer el T-MEC, nuestro principal instrumento de cooperación económica regional.

 

Como presidente de la Comisión de Seguimiento a la Implementación del T-MEC en el Senado de la República, puedo afirmar con certeza que el tratado ha sido y seguirá siendo la columna vertebral de la economía nacional. Lejos de ser una simple hoja de ruta comercial, el T-MEC representa un pacto estratégico que ha permitido a nuestras comunidades acceder a mejores empleos, atraer inversión extranjera directa y escalar posiciones en las cadenas globales de valor.

 

Pero también es cierto que el tratado debe defenderse, actualizarse y utilizarse como una plataforma para exigir trato justo, equitativo y respetuoso. La lógica de la cooperación no significa subordinación. México no puede ni debe ceder ante presiones unilaterales, sobre todo cuando tenemos un acuerdo vigente que establece mecanismos claros para resolver controversias, dialogar sobre diferencias y fortalecer la integración económica trilateral.

 

Ante la amenaza arancelaria, reiteramos nuestro compromiso de trabajar de la mano de nuestros socios comerciales. Queremos seguir siendo el principal socio comercial de Estados Unidos, pero bajo condiciones de respeto mutuo.

 

La visión que impulsa la presidenta Sheinbaum -una política exterior con dignidad, una economía fuerte con justicia social, y una cooperación internacional sin sometimiento-, es la que debe guiarnos en esta coyuntura.

 

No se trata de reaccionar con estridencia, como quieren algunos, sino de reafirmar nuestra posición con claridad y sin titubeos: México ha mantenido el diálogo para defender lo que hemos construido y para seguir siendo un país confiable, competitivo y comprometido con el desarrollo regional.

 

Desde el Senado de la República seguiremos atentos, vigilantes y activos. Nuestra Comisión será un espacio permanente de diálogo con los sectores productivos, con el Ejecutivo federal y con nuestros socios internacionales. Reiteramos nuestro llamado a evitar medidas unilaterales que sólo afectan a las comunidades de ambos lados de la frontera.

 

Como lo ha señalado la presidenta electa: pase lo que pase el 1 de agosto, México mantendrá su convicción de construir relaciones bilaterales con cooperación, no con subordinación. Esa es la ruta correcta. Y en ella, nos mantendremos firmes. 

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