Nancy Grajeda
Los datos expuestos, recientemente, por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) destacan que más de 13 millones de mexicanos salieron de la pobreza en el sexenio pasado. esto, según las cuentas gubernamentales se traduce en que ahora en México existen 38. 5 millones en pobreza y 7.0 millones en pobreza extrema. Esta información fue ampliamente difundida, como era de esperarse, por fuentes gubernamentales y por medios afines al gobierno.
Aceptar estos datos sin ninguna reserva es un error garrafal, pues, en primer, hay que tomarlos de quien provienen, ya que emanan de una fuente oficial que dista mucho de ser confiable, y, en segundo lugar, les faltó resaltar que en contraste con la "mejora en ingresos", la dimensión social de la pobreza multidimensional empeoró: pasó de 26% a 32% de la población. La pobreza en México se mide de manera multidimensional: combina ingresos con carencias sociales (salud, educación, seguridad social, vivienda y alimentación). Y justamente es allí, en el terreno de los derechos sociales, donde hay señales de deterioro severo que echan abajo los datos expuestos con bombo y platillo.
Este reporte reconoció que la población vulnerable por carencias sociales creció frente al 2022, pues 44.5 millones de personas señalaron carencia a servicios de salud (34.2% de la población). Es decir que supuestamente mejora el indicador de pobreza total, pero el acceso a la salud de entre 2018 y 2022 el CONEVAL (órgano que históricamente medía la pobreza) documentó que la carencia por acceso a salud se disparó de 16.2% a 39.1%, pasando de 20.1 a 50.4 millones de personas. Aunque de 2022 a 2024 la proporción bajó a 34.2%, seguimos con decenas de millones sin acceso a la salud, datos catastróficos. Millones de mexicanos siguen sin ejercer sus derechos, en salud y seguridad social
Desgraciadamente, en estos tiempos tan difíciles, donde los datos fundamentales están siendo manipulados, donde lo que causa escozor, e incomoda al gobierno, es desaparecido, tenemos que recibir la información gubernamental con mucho cuidado, puesto que es más que lógico que lo que se pretende es esconder la tragedia que padecen nuestras familias mexicanas en el día a día, en la falta de recursos para lograr vivir una vida decorosa.
Hoy más que nunca es fundamental que todos los mexicanos, los comunicadores, y demás figuras públicas no caigan en este juego de darle voz a las mentiras y embustes, tenemos que ser muy observadores, analizar la realidad que nos rodea, ya que es la única que nos dará la respuesta de si estos datos son reales o no, cómo la mayoría de las familias mexicanas viven tornándose los dedos para saber qué comerán mañana, que viven al día, en trabajos informales, pues el desempleo es grave en México. Cómo las enfermedades curables, están matando a miles, porque no tienen acceso a servicios de salud eficientes, porque el sistema está en decadencia.
Y preguntémonos si esto es lo que México y los mexicanos nos merecemos: que nos quieran dar atole con el dedo, que nos quieran engañar, tratándonos como verdaderos tontos.
No. México y los mexicanos merecemos mejor calidad de vida, que quienes poseen el control sobre los recursos públicos realmente los inviertan en mejorar los servicios de salud, que se respeten los derechos fundamentales de los individuos, como la vivienda, pues este es un rubro también en el que los gobernantes está fallando, y para muestra un botón: en Tláhuac, su alcaldesa, Berenice Hernández, se niega a que los pobres puedan contar con una vivienda, a través de un proyecto impulsado por nuestra organización en el que el Instituto de Vivienda de la CDMX (INVI), adquirirá un predio para construir vivienda de interés social o sea, que no le costaría ni un peso a la alcaldesa ni a su gobierno, y el argumento es que en Tláhuac existe carencia de servicios básicos como lo es el agua y el drenaje, ¿pues no que con este gobierno de primero los pobres se resolverían todos los problemas?
Pero este argumento está más que echado abajo cuando descubrimos que en esta demarcación, su alcaldesa niega la posibilidad de contar con una vivienda a los pobres, pero en cambio, autoriza que en la avenida Guillermo Prieto se edifique una exclusiva zona residencial con casas que costarán arriba de los 5 millones de pesos, ah, y lo mejor es que sus habitantes gozarán de todos los servicios incluidos, entre ellos el agua potable y drenaje, sí, justamente esos servicios que la alcaldesa dice que hay carencia en Tláhuac.
Así las cosas, obliguemos, en primer lugar, con conocimiento de los problemas y después organizándonos, en colectivo, a las autoridades, a que los recursos no vayan a parar a obras que en nada benefician al pueblo, en el mejor de los casos, o en el peor, a los bolsillos de servidores públicos sin escrúpulos, que los recursos del pueblo sean para el pueblo.
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